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Oda a la Empatía



Ya que vamos terminando el año y que por esta época se activan sentimientos colectivos de comprensión, compasión, unión y amor, me pareció importante compartir con ustedes algunas reflexiones que he venido teniendo acerca de la importancia de "ponerse en los zapatos del otro" para tratar de entender los puntos de vista y emociones de los demás.

En la intimidad de nuestras miradas

solo paciencia

acerca tu mundo al mío y déjame ver

el equilibrio

En la intimidad de nuestras vidas

abre tu corazón

no es fácil ver el espejo

y dejar entrar

En la intimidad de nuestro hogar

el amor y la ternura

Ni estas solo, ni estoy sola

compartamos el silencio y la verdad

Siempre.

Una de las mayores dificultades en las relaciones humanas, es la incapacidad de conectarnos de manera asertiva en la comunicación, como consecuencia, cada cual interpreta lo que quiere y con base en sus propias verdades que algunas veces al ser contrastadas con la realidad, resultan equivocadas. Ser empático, es una herramienta de gran utilidad que nos permite tratar de entender la forma en que piensa, siente y actúa la otra persona. Es que todos somos taaaaaan diferentes. Acá entonces unos tipcitos para ser empáticos.


1. Tener paciencia: fácil decirlo, difícil hacerlo. Creo que la madurez se alcanza cuando se puede respirar con calma (y por calma me refiero a no hacer ruidos, caras y gestos que sobran) oyendo a las personas con tranquilidad y equilibrio para entenderlas. En estas fechas que se exacerban los problemas familiares porque la susceptibilidad está a flor de piel, grandes dosis de paciencia resultan ser el antídoto perfecto para...digámoslo tal cual, no salirse de los chiros.


2. Lograr el equilibrio: esa capacidad de poder evaluar lo positivo y negativo de cada situación sin perder el control de la máquina y teniendo claro que casi todo (como dirían las mamás) tiene solución en la vida (¿menos la...?). Andar preocupados por tener la razón y que alguien nos de un premio por ello, es una expectativa irreal. Se pierde el equilibrio de la balanza si de manera constante e inconsciente queremos que los otros piensen, opinen, sientan y actúen igual a nosotros o peor aún, como uno quiere. Pasa que en nuestro mundo interior tenemos tantas contradicciones que terminamos pasándole una factura de cobro a nuestras familias, por cuentas pendientes que a veces es cuestión de asumir de manera individual. El equilibrio nos ayuda a mantener la calma y saber hacerlo, es un arte.


3. Sacar el espejo: antes de criticar al otro, es mejor cantarse uno mismo las verdades. Las dificultades que tenemos con nuestros padres, hijos, parejas, compañeros de trabajo, son una oportunidad de crecimiento. Siempre. Lo que sucede es que nuestro ego inflado no nos permite abrir el corazón para auto evaluarnos. ¿Saben por qué? pues porque ese puede ser uno de los ejercicios que más miedo nos pueden producir, porque implica un viaje hacia el pasado en nuestras propias historias y vivencias familiares que de adultos hemos podido mitificar y que resulta doloroso desnudar. Pero cada vez que hay dificultades y sobre todo si estas son reiterativas con alguna persona, vale la pena ver qué de eso que tanto nos incomoda o molesta, está en nuestro interior. Muchas veces criticamos el mal genio, la inflexibilidad o psicorigidez, el egocentrismo, el mal carácter del otro/a y no somos conscientes que eso que vemos tan claro en el otro es un reflejo de nuestro interior y ¿saben qué? ahí radica la magia del aprendizaje, en la capacidad de reconocer lo negativo que veo en el externo para luego en un ejercicio de humildad reconocer las limitaciones de nuestro interior.


4. El amor poderoso: para amar, primero hay que amarse. ¿Saben qué buscamos todos los seres humanos? sentirnos amados por quienes somos. El primer amor que esperamos recibir de manera desinteresada, auténtica y generosa es el amor de nuestra mamá y de nuestro papá. La relación primigenia con el amor viene de nuestro origen y dependiendo de cómo nos va en ese tiempo de la vida en donde los cuidadores naturales deben ser los padres, se marca una pauta de desarrollo en nuestras futuras historias de adultos queriendo a los demás y por supuesto, siendo queridos (Sobre este tema escribí en mi post Infancias Infelices). Para amarse a uno mismo, ayuda ser empático con uno mismo. Tenerse paciencia, cariño y respeto. ¿No les pasa que tienen una voz en su cabeza que los sabotea? (otro tema que también traté en mi post Mis Yo). Pues esa misma voz opera en la comunicación con los demás, y nos puede pasar que en lugar de oír lo que nos dicen, interpretamos lo que nos cuenta nuestra historia. Amar es un acto de generosidad y de entrega, un viaje que que tendrá picos y valles, tristezas y alegrías, pero ¡es que de eso se trata la vida!


Ahí les dejo la inquietud. Como dirían las mamás, ustedes verán qué hacen. Si yo tuviera el poder de regalarle algo al mundo eso sería empatía. Entendernos, mirarnos los unos a los otros y en lugar de mal interpretar, tratar de interpretar lo que nos tratan de decir. Siempre existen los límites y bajo ninguna circunstancia podemos tolerar actos que violenten nuestro bien-estar, autoestima y respeto propio. Haciendo esa salva guarda, tengan paciencia, respiren hondo, abracen y abrácense mirándose en el espejo. Y si les gustó este post, los invito a comentarlo (abajito en el cuadro blanco que aparece) y compartirlo con sus amigos, familiares y redes sociales. ¡Gracias como siempre por pasar por acá y leerme!


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