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Estar contenta y que no te dejen en paz



Galería CC El Tesoro

Así como la semana pasada les conté en mi post las cuitas del amor que en el paseo para celebrar el aniversario mi novio y yo peleamos por 30 horas, el pasado fin de semana después de superar las crisis y las crisisitas, nos fuimos para Medellín. Una especie de reinvindicación que les cuento por adelantado nos salió muy bien. Los problemas son muy importantes porque nos ayudan a revisar las cositas que podemos mejorar para hacernos la vida más amable. Les cuento que Medellín me sorprendió en esta oportunidad por su gastronomía y creo que le está tomando ventaja a Bogotá y Cartagena. Hace más de 20 años que no como carne y desde entonces he tenido que aprender a tener paciencia con la falta de gastronomía vegetariana. En esta oportunidad no me imaginé que me iba a encontrar con una opción magnífica como el restaurante Justo, recomendado en la Revista Fucsia que me leí de cabo a rabo en la peluquería que me organizó el despeluque. Los sabores de la comida fueron descrestantes, pero lo es fue más aún el estilo del restaurante, abierto, verde, acogedor y moderno. 


Restaurante Justo en Medellín

Esa es la vista desde mi mesa, ahora que estoy tratando (aprendiendo) de tomar fotos panorámicas que espero mejorar en la medida en que avanza este blog. Encontrar un menu vegetariano exclusivo es el paraíso y un lugar lindo mucho más. El concepto del restaurante es picar varias opciones y compartirlas. Yo la verdad es que no soy muy Gourmet, no sé hacer un arroz y se me quema el agua, pero un buen sabor y sobre todo una mesa bien servida, hace honor al viejo y conocido refrán de "todo entra por los ojos".


No sé explicar qué era ese plato, ni mucho menos la fusión de cada sabor, pero lo que sí sé, es que me lo devoré felíz. Nos merecíamos tener una tarde tranquila y por eso sonrientes nos fuimos a caminar para aprovechar el sol. La felicidad es por raticos dicen por ahí, porque uno nunca se imagina en qué momento la vida cambia el libreto. 


Era como si de fondo sonara un tralalá, tralalá. -"Quieres café?", -"bueno mi vida, gracias", -"¿quieres un helado de chocolate?", -"¡pero lo compartimos entre los dos!". Y así unas dos horas. Eran las cinco pasadas de la tarde cuando de repente mi teléfono empezó a sonar y a vibrar como si estuviera poseído. Los mensajes fueron llegando uno a uno y en mi cabeza oí algo así mientras leía: "que el Presidente Santos está diciendo en Cartagena que por ineptaaaaaa te eeeeeecharon del SENAAAAAAA".


En la vida hay misiones. Puede ser una o varias. Lo cierto es que la contundencia de los hechos y de las experiencias te hacen tomar decisiones. Obrar bien o mal. Hay una escala de valores que en muchas personas, no se compra ni se vende. Mi historia del trabajo como Directora del SENA ha ido quedando atrás y he venido recopilando el aprendizaje vivido y cada día me convenzo más, que transité un camino que para mí honró la transparencia y la honestidad en el servició público. Como les narré en mi post El día que ganó Goliat, haber atravesado por el infierno de las acusaciones, las presiones y el abuso de poder obviamente me dejó secuelas que estoy superando con madurez y dignidad. Pero esto, ¿otra vez?


 Se siente injusticia y rabia. Pero les confieso que la fuerza que emite la compañía de miles de personas, a quienes agradeazco de corazón y que de inmediato se solidarizaron y rodearon, hizo que  recobrara el ímpetu de inmediato. A pesar de recibir un ataque personal por parte del Presidente del país, esa tarde decidí que mi día iba a terminar felíz. Elegí seguir contenta. Y como Scarlett O'hara en la película, Lo que el Viento se Llevó, me dije a mí misma: "After all, tomorrow is another day" (que en la película traducían con un "mañana lo pensaré" ni idea por qué). Pero que en inglés o en español igual aplicaba para mí. 


Es que uno tiene derecho a defender la felicidad. Eso no implica evadir la responsabilidad, pero sí a decidir en qué momentos pre-ocuparse y en cuáles ocuparse siendo dos acciones muy distintas. Tener el corazón tranquilo y seguro ayuda mucho, pero entrenar la cabeza para mantener la calma y el equilibrio en situaciones de alto estrés es más importante, y creo yo que esa debe ser una cualidad para los que gobiernan. Un dirigente o un líder no puede ir por la vida descalificando contradictores. Pero quizá lo más trascendental para un político es aprender el principio de la verdad y la honestidad. Cuando hay transparencia en el manejo de los asuntos públicos, la justicia que opera en el universo es efectiva y asigna responsabilidades en una transacción que ocurre de inmediato.

Pues bien, llegó la noche. Caminamos un poco más. Nos divertimos mucho. Carlos y yo nos merecíamos descansar. Tomarse un respiro hace parte del plan, no lo olviden nunca. Llegó el Domingo. Amaneció con calma en Medellín y en mi corazón. Me dispuse entonces a escribir mi columna como todos los días del último día de la semana con la expresión que utilizó el Premio Nobel de Paz el día anterior en Cartagena para referirse a mi humanidad: "esta niña". Años de terapia para reconocer y valorar mi femenino. Años de terapia para distanciar la infancia y reconocerme como una mujer fuerte, valiente, sensual, divertida, con experiencia, inteligente y un largo etcétera que honro y valoro en mí. Recordé a mi profesora de Historia de la Mujeres en la Universidad de los Andes, Suzy Bermudez y todo el tiempo que me dedicó para que yo entendiera la importancia de las mujeres en la historia de la humanidad. Respiré. Y escribí la columna que quizá más me ha conmovido y a la que paradójicamente llamé de la forma despectiva como se refirieron a mí Esta niña. Lo hice con una sonrisa de agradecimiento porque esta experiencia de vida sí que me ha hecho crecer, entender, valorar y sobretodo, respetar.


Foto tomada en Medellín ese Domingo

Si les gustó, esta publicación por favor me lo dejan saber en sus comentarios y espero que compartan esta historia en sus redes sociales. ¡Gracias infinitas por leer!


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