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La Miel


Me gusta enseñarle a mi hijo querer a Colombia. Y para querer algo, hay que conocerlo. No puedo dejar de pensar que desde que la guerrilla de las FARC desmontaron su letrero de guerra (con todos los inconvenientes del proceso de paz) este país se hizo más accesible para muchos a los que nos gusta conectarnos con la naturaleza. Me encanta caminar y descubrí que hacerlo con mi hijo, nos brinda una oportunidad enorme de conectarnos, conversar y compartir silencios.

En estos tiempos de interconectividad es una maravilla que viajar sea una actividad más democrática que en el pasado. En una mochila cabe mucho más de lo que uno piensa y aprender a viajar livianos, es una enseñanza de austeridad que también vale la pena enseñarle a nuestros niños.

Pero no todo es felicidad y si hay un reto importante por conquistar cuando se viaja en familia, son los conflictos que por obvias razones se presentan.

Yo el cuento de las familias perfectas no me lo creo. Lo que sí considero clave es aprender a gestionar las dificultades y no cargarle a los demás (en especial a los que más amamos) nuestras dificultades emocionales porque además de inmaduro, es en extremo injusto. Pues bien. El nuevo destino era el Rio La Miel. Para mí el río más lindo que tiene Colombia. Y eso que he conocido muchos ríos. Tenía un anhelo gigante después de un almuerzo en donde un ex novio que quiero hasta el infinito me dijo: "vete para el río La Miel". Ya lo había oído mencionar y desde ese momento me dediqué a buscar fotos y referencias. Para no hacerles largo el cuento, llevaba meses preparando el viaje.

La noche anterior, al niño y a mí se nos salía el corazón de la emoción. Mochilas empacadas, alarmas puestas con distintas horas para despertarnos, desayunar, para cerrar la última bolsita, pedir el taxi y ponerle llave a la puerta. Todo medido y calculado. Pero la vida no respeta libretos. En las carreras de la alistada, un pensamiento que no tenía nada que ver con el viaje, se me cruzó por la mente y antes de que sonara la cuarta alarma en esa madrugada, me distraje. Esto ocasionó que me pusiera a buscar algo y en esa pequeña distracción dejé muy bien escondido mi celular. Un instante después, no sabía dónde estaba el aparato, ni oía la alarma de aviso para pedir el taxi, ni un carajo. El niño y yo entramos en pánico.

Los ojitos de David me observaban y fue en ese momento en el que comprendí que un viaje no solo es llegar al lugar al que anhelamos, sino el trayecto que vivimos en el proceso. Respiré profundo. No iba a empezar el paseo con un conflicto. Tomé la determinación de que un aparato electrónico no me iba a amargar la vida. Buscamos la manera de conectarnos con el equipo de @RoadTripColombia con quienes haríamos este viaje y fuimos resolviendo el inconveniente. Fue maravilloso ver cómo en lugar de desatarse una tormenta, pudimos colaborarnos en equipo para ayudarnos a contener las emociones que se presentan cuando algo sale mal. Después de recorrer por varias horas el departamento de Cundinamarca y llegar a La Dorada, Caldas, nos internamos 36 KM hasta llegar al cauce de estas aguas turquesas.

Pero el celular no sería lo único que iba a dejar. Tal vez, tantas ganas de empacar justo lo necesario, hicieron que no llevara ni lo suficiente. Y de nuevo me vi enfrentada a invocar mi paciencia. Mejor dicho, para resumir el cuento, no llevé ropa para mí.

Y yo con tantas ganas de que todo saliera perfecto. Pues la fuerza de la realidad me retaba a tirarme el paseo o fluir como el río. Y decidí de nuevo no darle vía libre a la frustración y mostrarle a David que el auto control es una herramienta muy poderosa para mantenerse enfocado. Con la misma ropa fui, estuve y volví. Y así, nos concentramos en disfrutar la vida silvestre, de los monos aulladores y sus alaridos, las águilas, la fauna silvestre, la Ceiba Bruja un árbol de más de 400 años de vida, flotar en el río y sonreír con cada kilómetro recorrido.

Por la noche el ruido de la naturaleza se colaba en la habitación que sin ventanas, ni paredes, nos permitió estar ahí entre la inmensidad de la vida. Me encanta recorrer este país que amo tanto. Y me gusta que vengan estas dificultades. En el trekking hacia las cascadas de la Pardo, el camino estaba lleno de hormigas. David entró en pánico. Pues claro, un niño citadino, no se termina de acostumbrar a la intensidad de este contacto y nuestro guía daba la alarma para pegar brincos largos y evitar los mordiscos de los trabajadores insectos de color rojo intenso. Pues tan de malas que una de las benditas "hormiga soldado" que custodian a las obreras, se le trepó por la piernita y le pegó su mordisco. Grito aullador.

Y vino el aprendizaje y la práctica. Sí, dolía. Sí, ardía. Pero faltaba una hora de caminata en medio de la nada. ¿Ibamos a tirar el paseo por la borda?. El niño reflexionó. Se secó las lágrimas y siguió cojeando y refunfuñando. Pero la montaña siempre premia y llegó la reconciliación con la naturaleza.

Y la majestuosidad de esta naturaleza le curó el dolor, y las sonrisas y carcajadas volvieron a salir. Viajar educa. Dejar el celular también. Concectarse con la naturaleza es una gran fortuna y aún en Colombia no somos del todo conscientes de que nuestra biodiversidad es el gran tesoro de este país. El gran recurso natural que tenemos es nuestra geografía. Las comunidades en las laderas del río La Miel me sorprendieron por el extremo cuidado con el ecosistema. Recogen la basura, hacen limpieza del río cada cuatro meses, cuidan la fauna y se sienten orgullosos de vivir allí.

Así que si les gustan los ríos, caminar, pasear, tomar fotos y sentirse orgullosos de ser colombianos, vayan al Río La Miel. Yo lo hice con @RoadTripColombia que me tiene recontra-descrestada con los paseos que hacen por toda Colombia. El lugar de hospedaje se llama La Cachaza Eco Hotel, un lugar ecológico y hermoso. Vayan y después me lo agradecen. Y ya para terminar, ¿saben por qué me gustan tanto los ríos? porque al observarlos uno entiende que fluir con la vida, es siempre la mejor opción.

Si te gustó, déjame un comentario en la casilla que aparece más abajo. Compártela con tus familiares y amigos. Y ¡muchas gracias por pasarte por acá y leerme!

Ahhh y acá les dejo el video que hizo David del paseo para que vean las dos perspectivas!!! Chau!!!


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