Bailando el 31 de Diciembre del año que terminó, el animador de la fiesta gritaba por el micrófono -"¿a quién lo agarró el año solterooooooooo?" y la mitad de los asistentes a esa fiesta de 600 personas gritaba al unísono -"¡a miiiiiiiiiiiii!" y cada cual seguía bailando al son de "¡ayyyy noooo no hay que llorar que la vida es un carnaval y las penas se van cantando oh oh oh!".
Yo que ya pasé los cuarenta, me casé, me separé, tengo un hijo hermoso, recuerdo mi década de los veinte años y el afán por encontrar el amor. Quizá anhelar el amor nunca pasa de moda y por el contrario, a pocos les puede más bien no hacer falta. Pero la gran mayoría quiere (queremos) sentirse amados. Para las mujeres el asunto del matrimonio y el "fueron felices para siempre" tiene un matiz distinto al de los hombres, porque hasta hace un par de generaciones, a las niñas nos educaban con juegos rosados que simulaban cocinas, escobas, juegos para servir el té (y después lavarlos) y miles de Barbies que solo tenía derecho a un Ken. Nos criaron (yo alcanzo a quedar en esa cochada) para tener pareja en algún momento.
Solo un Ken. Pero recuerden "ayyy no hay que lloraaaar que la vida es un carnavaaaaal y es más bello vivir bailandoooo". Con esos estereotipos machistas crecimos. Pero el despertar femenino no podía demorar más tiempo y por eso a comienzos del siglo XXI, las terapias de sanación emocional empezaron a tener auge y a penetrar en la vida íntima de las mujeres que querían vivir otras experiencias de vida. Las millenials quieren viajar por el mundo entero, cambian de trabajo con la tranquilidad que sienten sobre la abundancia laboral y sienten que se merecen lo mejor. Pero al mismo tiempo, luchan con ese llamado natural de querer tener hijos, esposo y el largo etcétera que eso implica.
En el planeta, es un hecho que las mujeres somos mayoría y eso aplica para Colombia según el último censo poblacional (bastante mediocremente realizado pero eso es asunto de otro espacio de reflexión) hecho que hace que el mercado para encontrar pareja sea más bien escaso. Hay más mujeres solas que hombres. En la búsqueda de tener una pareja estable, les decía que las mujeres desarrollamos un sistema de protección que nos une en la búsqueda del hombre ideal, y nos separa cuando lo encontramos. Precisamente en una conversación con una de las mujeres que más admiro y me divierten en mi vida, el pasado primero de enero, me contaba cómo ya llegado a los 40 años, y lejos de Colombia seguía con el anhelo de una pareja y que al compartirlo con su papá, el pobre hombre desesperado de verla triste y nostálgica atinó a decirle -"pues lleve su soltería con dignidad".
Yo no sé si es mejor estar solo, acompañado, mal acompañado o el infinito de posibilidades para vivir este pequeño viaje que es la existencia. Lo que sí sé, es que muchas hemos echado mano a herramientas que nos acerquen al amor. Otra amiga alguna vez me dijo que su asesora de Feng Shui le había recomendado comprar otra mesa de noche y no tener solo una que porque ese era un mensaje para el universo de querer estar sola. Y fue y se compró la segunda mesita de noche. Yo una vez solté 9 naranjas en un río que para dejar ir los defectos de parejas del pasado y abrirle espacio al nuevo amor. Nunca supe por qué naranjas, pero lo hice. Conozco muchas mujeres que han asistido a terapias del despertar de su diosa, que incluye hasta fotografías sensuales de cómo queremos unificar nuestros arquetipos internos femeninos (¡allá en Australia me entenderán y me deben una sesión de esas!). Hablamos entre mujeres e intercambiamos técnicas de Gelstalt, de conversaciones con sillones desocupados, PNL, Hoponopono, correr 10K, visitar Chingaza, el Tayrona (tan de moda en estos días) el Secreto y su Ley de la Atracción (que de verdad recomiendo) y ceremonias de luz para la prosperidad en el amor y en la reproducción. ¿Ustedes se imaginan a un grupo de hombres en este plan?, yo jamás. Mi amiga me decía que ya no sabía cuántas sesiones de constelación familiar más iba a realizar para encontrar a una tía solterona que decretó en el linaje familiar, eso de la soltería y nos reíamos a las carcajadas. Y así mil y una alternativas. Recuerdo ahora que les escribo, que una vez fui testigo de cómo le metieron en el pantalón a una mujer un montón de matas que para que pudiera tener hijos y le prendieron un sahumerio que la ahogó a ella y al círculo de diosas que la acompañábamos.
¡Ojo pues! Nada de brujas y esos cuentos inmaduros y un tanto...cavernícolas, ni crean que las valientes que se atreven a conocerse a sí mismas están desesperadas por tener un hombre. No. Estoy hablando de los procesos de transformación internos que inician por caminos que desconocemos pero que nos conducen al amor. Pero no necesariamente al de una pareja, sino a uno más importante. ¿Ya se pillaron a qué amor me refiero?. ¡Pues al amor propio! Ese que cuesta tanto tener cuando uno se mira al espejo y le salen los juicios de valor negativos que por lo gorda, lo canosa, lo narizona, lo orejona, lo plana, lo arrugada, lo joven, lo vieja, lo que sí y lo que no. Estos caminos de transformación al final lo ponen de frente a uno con uno mismo, y cuando uno se ama, es más fácil, maduro y honesto el amor hacia los demás, incluida por supuesto, la llegada de una pareja. O la partida, porque por más que uno ame a alguien, si esa persona no logra llenar los merecimientos que sentimos queremos tener, es entonces cuando llega el momento de respirar profundo y retirarse (el yoga ayuda mucho a eso, a respirar, digo).
Así que la dignidad no es cuestión de la soltería, sino de la humanidad. Hoy en día los tiempos que tanto han cambiado, nos permiten divorciarnos, estudiar en la universidad, viajar, ser independientes y hasta tener hijos solas. La maternidad hoy no es exclusiva de una familia como hasta hace poco se conocía. Mujeres maravillosas modernas y valientes se atreven a llevar maternidades solteras manera natural o por adopción. Sí, es cierto, en estos tiempos y en muchas geografías las mujeres somos poderosas, seres humanos que sacamos adelante nuestras existencias, nuestros sueños y deseos así sea cantándonos en el espejo "aaaay no hay que lloooorar que la vida es un carnavaaaal y la penas se van bailandooo oh oh oh".
De lo que se trata en realidad es de lograr ser la mejor versión posible de nosotros mismos y a la primera persona que uno debe amar es a uno mismo. Si te gustó este post por favor coméntalo y compártelo con tus amigos y familiares en tus redes sociales y WhatsApp. Gracias como siempre por venir hasta acá y leerme. Déjame tus comentarios, historias y reflexiones en la casilla que aparece más bajito.