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El Matrimonio


Carlos y yo en San Andrés

O la convivencia, como quieran llamarlo. Compleja, ¿no?. Al principio todo tan bonito, tan fluido, tan facilito...pero empieza a pasar el tiempo, y los verdaderos "Yoes" (puedes leer mi post Mis Yoes), empiezan a participar en la relación. Se pasan por alto las cositas esas que a uno le chirrian por dentro, y esa paciencia del comienzo se empieza a acabar de un momento a otro y cuando uno se da cuenta es porque ya no hay de eso: paciencia. Ya sabemos que el enamoramiento dura como cuatro meses, y después lo que mi Dios aguante. Este será un breve recuento de las etapas de matrimonio, antes, durante y después. Para empezar, yo creo que al comienzo de toda relación hay generalidades medio engañadoras, ellos tan caballerosos y nosotras tan... ¿princesas?.

1. Ellos: la flor, el perfume, la invitación, el sol, la playa, la vela coquetona, la miradita seductora, la llamada inesperada, la insinuación, el mensaje de texto con mordida de "labio" inferior derecho, la risita, el yo te "esperooo que te arreeeglesssss no teeeee preocupesssss" o mejor aún, "yo voy hasta allá, no quiero que cojas taxi", la percatada de la latonería y pintura en la peluquería por tres horas con la frase empoderadora de "quedaste divina", "me caen super bien tus amigas, son chistosísimas", las conversaciones eternas con vino y argumentos tranquilos y con una coincidencia maravillosa: ¡estamos de acuerdo!.

2. Ellas: la arreglada para cada salida, las pestañas perfectamente arregladas (y las cejas también), peluquería con intención, la sensualidad a flor de piel, el "wow, qué inteligente que eres", "me encanta que tengas las tardes de los jueves con tus amigos, es muy importante cultivar la amistad y más cuando es desde chiquitos", "estaba acá medio dormida, pero ya me arreglo", "claro que te entiendo que estuviste ocupado ocho horas seguidassssss y no tenías el celular a la manoooooo, igual yo estaba super embolatada, cero rollo", "pero claro que yo llego, no vengas a recogerme", "me haces reír tanto", y no nos digamos mentiras siempre, la depilada impecable (¡siempre listas!). Nosotras no rompemos un plato, somos pura dulzura...siempre tan...contentas.

3. Nosotros (el primer año): "Me encanta tomarte fotos, nunca voy a dejar de hacerlo", "te preparé el desayuno que más te gusta", "volémonos este fin de semana, cojamos el carro y hasta donde lleguemos", "quiero recorrer el mundo contigo", "cuelga tu", "no, cuelga tú", "llego temprano, no como ayer, no te preocupes", "esta noche tenemos otra vez comida con mi equipoooooo" (yupiiiiiii), "vamos a hacer mercado el sábado (en la mitad del trancón del demonio) que se nos acabó todo (otra vez)", "te amo con pasitos de tortuga hasta la luna", "qué rico otra vez el domingo ver a todos tus hermanosssss me divierten demasiado". Ahora bien, si es un segundo matrimonio/arrejuntada el caso de las ex parejas y los hijos compartidos tiene su capítulo aparte.

4. ¡Los niños!: "Amooooor el niño está llorando, ¿vas tú o voy yo?", "le pusiste sufiente crema en la colita que el otro día se te quemó (y casi te mato)", "sería rico ir a comer esta noche con el equipo, pero estoy tan cansada...¿vas tu solo?", "no creo que haya necesidad de regañarlo", "hay que ponerle límites", "de acuerdo pero sin gritar", "estoy cansada". "yo creo que lo estás malcriando porque lo consientes demasiado". Y los fines de semana, "¿otra vez donde tu mamá?", "¿qué será lo que le pasa al niño (muchachito en la voz interna de uno) que no para de llorar?".

5. La pareja y los niños grandes más grandecitos: "hace rato que no salimos de paseo unos ditas , "¿los niños se quedan con tus papás este fin de semana?", "hay que llevar a (Pepito) a fútbol (en el trancón infernal del sábado), lo llevas tú, el fin de semana anterior lo llevé yo". Volvamos a lo del paseo. ¿Nos tomamos una foto?

La cantidad de fotos en un paseo es directamente proporcional al número de años que se lleve con la pareja y también, a los años que tengan los niños. Entre más tiempo haya pasado...

6. La cotidianidad: Los años pasan y llegan nuevas experiencias con las demandas del caso. Hacer mercado es una necesidad casi que diaria, cansancio, discusiones aburridoras, la buena fortuna que trae la vida, los baches del camino, que en un gran resumen nos transforman en algo muy distinto al sueño ese que nos pintan en las películas de las parejas super-hiper-mega románticas en una realidad que si bien muchas veces se disfruta, otras seamos francos aburre.

Lo divertido, es que es bueno reírnos de la cotidianidad. Hacer el ejercicio de revisar de dónde venimos y para dónde es que queríamos ir es un buen antídoto para sacarnos una sonrisa. Pero también creo que es muy importante que empecemos a desmitificar el romanticismo de los primeros meses y aceptemos la belleza de los años posteriores. Sin embargo, sí es importante tener un compromiso (en el caso de que así sea) de crecer como pareja y como individuos, de asumir lo positivo y negativo que cada cual aporta en la relación. Construir en pareja y no echarle la culpa al otro/a de lo que me pasa o no me pasa. Cada cual debe hacerse responsable de sus propias historias y comprender que no ayuda mucho revolver mis neurosis con lo que sucede en el mundo de la pareja. A veces, es importante buscar un tercero que nos ayude a reacomodarnos en grupo, en pareja y de manera individual. Así que si el sueño es llegar a viejitos cogidos de la mano, hay que remangarse y ponerse manos a la obra. Vivir cada día, recibir lo que llega y siempre tratar de entregar lo mejor. Tener la fortuna de contar con un parcero en la vida, es algo que no llega pero que hay que cuidar. Si en el balance las cuentas les dan positivo, quédense, abráncense y disfrútense.

Espero sus comentarios y si les gustó compartan este post con sus familias y amigos. ¡Qué viva el amor!


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