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Aprender a Caer


Si hay algo que detiene el crecimiento humano es la resistencia al cambio. Trasnformarse para mejorar implica aceptar los patrones de conducta que son caducos en uno mismo y que por ende perjudican a las personas que más queremos, empezando por nosotros mismos. ¿Quererse uno mismo? es una pregunta que las personas se hacen con frecuencia en la intimidad de sus mentes. ¿Y eso qué?, ¿Cómo se come?


Hasta ahora en este tiempo de la humanidad es que estamos logrando tener espacio para nosotros mismos y en ese sentido, podemos darnos el lujo que nuestros antepasados no tuvieron: mirar hacia dentro. Es que si lo pensamos bien, hasta hace poco, dejamos de recolectar leña para hacer los alimentos y con un click lavamos ropa y con otro encendemos la luz de nuestra casa. Trabajar como locos ha ido cambiándose por la idea de trabajar para cada vez tener más momentos de ocio que nos permitan disfrutar de la vida. Y una parte de ese gozo está en la posibilidad de conocernos y recorrer los rincones de nuestra personalidad para capturar aquellos defectos que hacen que nuestra vida a veces no funcione tan bien como quisiéramos

Cuando llega el momento de los aprendizajes estos empiezan a llegar en filita india y se van presentando uno tras otro sin mayor reparo. Yo creo que nuestra alma decidida a crecer, acepta el proceso a través de experiencias que son necesarias vivir pero cuando hay resistencia frente al aprendizaje, la experiencia se repite una y otra vez, en distintas formas, tamaños y colores. Es como un examen de colegio o de universidad, si lo repruebas, ¡fácil! repites la materia con otro profesor y otros compañeros hasta que en algún momento la pasas.


Las caídas hacen parte de la vida. Está bien equivocarse, es adecuado cometer errores pero el aprendizaje sí es obligatorio. Acá les comparto algunos tips con base en mi experiencia.

1. Ley de Murphy. Sí, es real aunque duela. Toda situación por mala que parezca es susceptible de empeorar. En mi empleo como Directora del SENA fui despedida por denunciar la posible corrupción que encontré en la entidad. Desde chiquita me enseñaron que los valores no se venden y que hay que actuar con la verdad y con honestidad. En el ADN de mi alma está grabado que uno ¡no le roba nada a nadie! Ni dinero, ni tiempo, ni energía, sencillamente nada. Y de alguna manera un poco...ingenua, creí que hablar con la verdad era lo más correcto y que como en las películas, al final, la honestidad triunfaría. Pues no, me sacaron como un perro, me inventaron cuentos, trataron de hacerme quedar como la corrupta, me atormentaron la vida y me persiguieron para que me callara. Una vez me limpié los mocos del dolor de la caída tan bárbara, llegó a mi puerta una oportunidad de trabajo maravillosa. Una empresa me buscó. Al comienzo de este año empezó mi inducción, le cogí el ritmo, empecé a conseguir clientes a viajar, organizar el equipo de trabajo, empoderar mujeres (que es mi especialidad) y de repente sin saber muy bien de dónde, la misma persona que me había buscado e integrado a la compañía en un desayuno destemplado me dijo que tenía que hablar conmigo. Esa mañana llegué a la reunión como una idiota con cuaderno en mano y esfero para tomar nota de sus instrucciones: -"Nos pareces maravillosa, eres una gran profesional, pero ya no te vamos a necesitar más".


2. Se vale llorar y llorar (como la canción): Se paró y se fue. Menos mal pagó la cuenta del desayuno. Lo cierto es que el desconcierto de cuando las cosas no salen como uno quiere, es muy útil para encontrar el camino de nuevo. Esa experiencia de haber sido despedida en 6 meses, 2 veces, me ha servido para aprender a tomarme las cosas con calma. No sé si les pasa a ustedes que quieren comerse el mundo, pero hay que aceptar que cada cosa tiene su tiempo y que algunas veces ese tiempo pasa más rápido y otras no tanto. La noche de ese día lloré (la hinchazón en los ojos me duró tres días) y no le quise contar a nadie la situación en la que estaba. Me moría del pánico decirle a mi hijo que de nuevo estaba sin trabajo pero era algo que tenía que hacer. La resiliencia de los niño es maravillosa y mi chiquitín me resumió mi futuro: - "Por qué no haces algo de donde no te puedan echar mamá". Me trajo un pañuelo, me limpió las lágrimas y me dijo que si por la tarde nos íbamos a comer un helado. Cuando llegó del colegio, nos esperaba una tarde de helado de chocolate, con salsa de chocolate y chips adivinen ¿de qué?.


3. Limpiarse los mocos. ¡Ay, cómo me gusta esa expresión! y con lo poco elegante que suena. Esto significa que hay que buscar ayuda porque siempre hay alguien que te va a dar la mano y con un fuerte abrazo te va a ayudar a salir adelante. La familia, los hijos, los amigos/cuates de vida, la psicóloga, la amiga que está más loca que uno. Alguien vendrá, se sentará a tu lado y esperará en silencio que te puedas levantar. Ese momento es en extremo importante. La levantada no solo es real sino simbólica. Es sacudirse el polvo, buscar agua oxigenada para desinfectar los raspones, lavarse las manos, bañarse y organizarse para volver a empezar. No sé si el consejo de mi hijo sea aplicable o no. Por ahora, esa oportunidad de volver a empezar me trajo de frente al computador a escribir y escribir como lo hago desde que aprendí a hacerlo. De esa experiencia ya han pasado dos meses y doy fe que no me morí. Pero me ha servido para revisar temas que no estaban bien y que la única que podía arreglarlos era yo. Sí, he tenido tiempo para mí, para mi familia, para mi hijo. No les pasa que a veces que ¿trabajan más y viven menos?.


4. La cosecha siempre es obligatoria. Las desgracias son como los accidentes aéreos, no pasan de repente sino que van dejando un rastro casi imperceptible hasta que llega el tortazo. Si andas medio chueco en la vida, vale la pena que revises las causas de tus males. Arriba cuando mencionaba que la humanidad vive hoy en día un gran momento porque gracias a que dejamos de tener que proveernos lo esencial para vivir, tenemos la posibilidad de buscar información que nos permita encontrar explicaciones a nuestros comportamientos. El reflejo de lo que pasa afuera es la vivencia interna. No hay casualidades y todo pasa por alguna razón. Hay gente que cree en esto y otra muy escéptica que considera que esas son teorías de locos. Pero no, la vida no puede ser solo nacer, crecer y morir. El paréntesis entre el nacimiento y la muerte es la gran oportunidad de aprendizaje. ¿Te enamoras equivocadamente?¿ La relación con tu familia es un conflicto permanente? ¿Te pelas con tus hermanos? ¿Te ha robado alguien de tu familia?¿ Tienes un hijito enfermo? ¿No te gusta tu trabajo? ¿Tienes conflictos con tus jefes? ¿ Lo tienes todo pero te sientes miserable?. Pues bien, no tienes por qué seguir así. Saca un espejo y obsérvate por un buen rato, te mereces ser una mejor versión de tí mismo y para eso tienes que revisar lo que estás sembrando.


5. Agradecer. Se vale sentir rabia y frustración pero no hay que perder el norte. Si la ley de Murphy es implacable, su antídoto es el optimismo. Los opuestos siempre son necesarios creo yo para aprender a valorar la ausencia de alguno de los dos. Si estás enfermo sabrás que la salud es muy importante. Si has estado solo mucho tiempo, agradecerás una bonita relación de pareja. Si no tienes un empleo, agradecerás mucho cuando lo tengas y sucesivamente así. Hay días mejores que otros, pero agradecer lo que se tiene es una fórmula mágica para ser correspondiente con tener más de lo que se agradece. Hoy en día valoro mucho el silencio y la quietud. Agradezco la fortaleza de mi espíritu y me esfuerzo en agradecimiento con la vida por estar optimista todos los días. No es una tarea fácil, pero confío en que la práctica hace al maestro. Hay que aprender a respetar los momentos difíciles de la vida en lugar de pelear en contra de ellos y en vez de preguntar ¿por qué me pasa esto a mí? cambiarlo por un ¿para qué?. Las enseñanzas intrínsecas están allí esperando ser descubiertas y aprovechadas. En mi caso sin tiempo para escribir no hubiera creado este blog. Cuando uno agradece las experiencias y sonríe con ellas significa que el aprendizaje está sellado y que uno está listo para seguir.


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