No hay una sola ética. Esta varía de civilización en civilización, de sociedad en sociedad, de etnia a etnia y de comunidad a comunidad. Sin embargo y para efectos de este ejercicio que quiero realizar voy a tomar algunos acuerdos éticos que el común de la gente comprende en esta sociedad occidental/colombiana:
No está bien matar a otro ser humano
No está bien robar
No está bien decir mentiras
En el libro del autor Malcom Gladwell llamado Outliers. The story of success se explica cómo la maestría se obtiene después de 10.000 horas de práctica. Es según el autor, un trabajo promedio de 10 horas a la semana en 20 años, o 20 horas a la semana por 10 años, o si se quiere ir más rápido, 40 horas de práctica a la semana por 5 años. Los grandes pintores, músicos, artistas, escritores, empresarios, emprendedores e innovadores no lograron la maestría en sus respectivas áreas sin que hubiera una práctica premeditada y consciente para aprender, mejorar y perfeccionar su arte.
Pues bien, para ser ético, hay que practicar a diario y tener disciplina para hacerlo. La buena noticia, es que los retos o reticos de la vida si los asumimos no como un simulacro, sino como la vida misma en acción, esa que a cada minuto nos sucede, podemos usarla para aprovechar cada taller práctico que el diario vivir nos ofrece, como por ejemplo, el tema de la compra de la arena de los gatos (que les conté la semana pasada en mi post Etica para la Vida) y tantas otras circunstancias cotidianas en donde las conversaciones con nosotros mismos se magnifican en nuestras cabezas y los distintos “yoes” (pueden leer Mi Yo) que nos habitan, salen a relucir en nuestro cotidiano vivir, para tener su protagonismo.
Es muy importante tener en cuenta que nuestros hijos aprenden del ejemplo más que de las palabras que les decimos, ellos absorben como esponjas el comportamiento que ven de los padres. Recuerdo la historia de una compañera de trabajo que tenía dos niñas. En mi Bogotá de 1998, crearon una restricción vehicular que regula el número de automóviles en las horas pico de la ciudad como una medida para regular el tráfico de la capital. Un día a esta mujer se le olvidó que tenía “Pico y Placa” como se conoce a la medida en la y un policía de tránsito la detuvo. Acto seguido le dijo a sus pequeñas hijas que venían en la parte de atrás del carro que se pusieran a llorar. Las niñas confundidas no entendían la instrucción de su mamá, porque en realidad estaba jugando y riéndose. Entre avergonzada y riéndose (una forma de comportamiento extraño que tenemos los colombianos cuando la embarramos) nos narró cómo les metió a las niñas un par de gritos que hicieron que las dos muchachitas terminaran llorando para simular con el policía un problema que la había hecho cometer la infracción. El policía le creyó, no la multó y ella se salió con la suya. Pero tuvo una pérdida invaluable: sus hijas aprendieron a mentir.
La mujer de la historia, con seguridad aprendió a su vez de su familia este comportamiento y ella se encargó de transmitir con lujo de detalles a la siguiente generación las enseñanzas recibidas. Esto sucede hasta que alguien dentro del sistema familiar, tiene el valor de romper esa cadena de comportamientos anti éticos, cuestionarlos y liberarse. Así las siguientes generaciones, se benefician.
Para aceptar que existe un problema, primero hay que tener la capacidad de reconocerlo. Y lo que es evidente para mí en este tiempo es la crisis ética en la que se encuentra Colombia, es que tenemos que revisar cómo están nuestras herramientas éticas personales y cómo en el actuar adecuado o inadecuado, imprimimos tensiones en el colectivo que pertenecemos. Por eso quiero compartir con ustedes este cuestionario de 20 preguntas para incentivar conversaciones con ustedes mismos (¡y su quieren conmigo también!) y se den el permiso de responder. No hay juicios, como pasa en la vida, estás tú contigo y bueno sí, también, con tu consciencia.
Preguntas:
Siempre he pagado mis impuestos
Me siento cómodo con las reglas sociales y las cumplo
Nunca he sobornado a un funcionario público para obtener un beneficio personal
Nunca he sobornado a un funcionario público para robar el dinero del erario
Nunca he robado elementos públicos para llevarlos a mi casa
Soy respetuoso con las señales de tránsito. Procuro no cometer infracciones
Nunca hago trampa
Nunca digo mentiras en mi trabajo para justificar el retraso de una actividad que estaba a mi cargo
No robo elementos de mi lugar de trabajo para llevarlos a mi casa
Me considero una persona leal
Nunca he sido infiel
A veces digo mentiras
A veces me he aprovechado de los demás para lograr un objetivo
A veces soy manipulador para presionar un resultado de una situación a mi favor
Nunca agredo a mis hijos ni física, ni verbal ni emocionalmente
Nunca he agredido a mis parejas física, verbal o emocionalmente
Nunca le he sugerido a mis hijos que se defiendan en el colegio con golpes o agresiones con sus compañeros de estudio
Nunca he agredido sexualmente a otro adulto
Nunca he agredido sexualmente a un niño
Nunca le he pedido a mis hijos que digan mentiras a otras personas
¿Cómo te fue con las respuestas?
No es posible encontrar en el mundo una persona completamente ética, aunque sí es posible encontrar a muchos, que tengan un comportamiento anti-ético. En la escala del uno al cinco, que es lo que yo denominaría el espectro de comportamiento ético para cada pregunta, hay una gran variedad de situaciones que podrían justificar o no estar, en los extremos, o en el medio. Si bien la respuesta en este test puede ser relativa, con seguridad las experiencias positivas o negativas derivadas de la historia personal marcaron el resultado en el que desembocó la determinación por ejemplo de no pagar por años el impuesto de renta, ser infieles o haber agredido alguna vez físicamente a una pareja.
Para revisar los niveles de ética en nuestras vidas hay que tener valor y capacidad de decirnos la verdad. Sacar el espejito mágico y mirarnos con detenimiento para cantarnos nuestras verdades como un primer paso para empezar a afinar el oído ético. A cada momento, hay decisiones para tomar y yo creo que las que nos dan paz al recostar la cabeza sobre la almohada en las noches, son las acertadas.
¿Cómo te pareció?, ¿se te ocurren preguntas para adicionar a este post?. La ética se comparte por eso si quieres comenta esta publicación con tus familiares y amigos y si te animas ponlo en tus redes sociales y WhatsApp. Déjame tus comentarios en la cajita blanca que aparece más bajito. De nuevo, ¡muchas gracias por pasar por aquí!