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Con una mano adelante y otra atrás


La semana pasada se publicaron los resultados de la encuestadora Guarumo donde se consultó mi nombre como candidata a la Alcadía de Bogotá. Imagínense, yo sin respaldo político de ninguna índole, aparecer al lado de nombres con recorrido, familias y cargos públicos y políticos fue una noticia que por una parte me hizo sonreír y por otra, abrir la puerta para muchas preguntas.

Quiero agradecer la cantidad de mensajes de gente común y corriente que por diferentes vías me manifestaron su respaldo y que me dieron una palmadita con principio de realidad y con mucha objetividad. El debate político a la Alcaldía de Bogotá empezó y es un buen momento para evaluar la gestión de Enrique.

Puede ser una elección que polarice a los bogotanos entre izquierda y derecha como ocurrió en la presidencial. Esa polarización política nacional sin duda jugará un papel preponderante en las elecciones regionales que marcarán la tendencia de la elección presidencial en tres años. El tiempo vuela, y mucho más el tiempo en la política donde de escándalo en escándalo de corrupción no pasa nada y pasa de todo.

Bogotá una plaza independiente y rebelde marcará la tendencia de los comicios nacionales con su elección de alcalde o alcaldesa.

Las nuevas caras políticas han sorprendido en las elecciones en muchos países. Renovación, cambio generacional y una clara tendencia a elegir mujeres con carácter, ética y visión hacia el futuro como por ejemplo la Primera Ministra de Nueva Zelanda Jacinta Ardern quien ha sabido equilibrar la maternidad y el servicio público.

Les confieso que lo estoy considerando con mucha responsabilidad porque lo que está en juego es el futuro de la ciudad-hogar donde vivimos, no mi “futuro” personal o laboral (porque ya demostré con creces que estoy dispuesta a perder el puesto por la defensa de la ética en el servicio público). La apuesta que inspira y ronda en mi corazón, es que después de haber trabajado en todos los rincones de Colombia con las botas siempre puestas y la camisa remangada es seguir trabajando en Bogotá, la ciudad donde nací y he vivido toda mi vida. Por eso lo que sí voy a hacer es seguir muy activa luchando y denunciado la corrupción, denunciando los abusos del poder que ahogan a la gente común y corriente a la que le toca dejar de comer huevos en la canasta familiar para financiar lo que otros se roban.

Soy consciente de mis limitaciones. No tengo respaldo ni ascendencia política, solo la tenacidad de mis principios y un espíritu emprendedor que me mantiene motivada y optimista. Voy a recorrer la ciudad y hacer lo que siempre he hecho, actuar con empatía sobre lo que a la gente le duele. La nueva política debe ser la que se ejerce sin agendas dobles, sin pretender “ser” alguien por un puesto público, obviamente la que no roba la plata del estado, ni arma clientelas con las nóminas de las entidades sino la que trabaja con ética, eficiencia, ecuanimidad y tesón para que a las personas les vaya mejor en sus vidas. Sí, me siento honrada con el penúltimo puesto en la encuesta y con el 1.8% de personas que ven en mí una apuesta de futuro para la ciudad.

Columna publicada en el periódico El Nuevo Siglo, Lunes 12 de Noviembre de 2018


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